Gente que nunca antes vi con un libro, lo cargaba bajo el brazo, sobre sus escritorios o entre sus cosas. Para el medio día algunos lo sacaban y sacrificaban un poco de su tiempo de almuerzo para adentrarse en las misteriosas revelaciones del más famoso de los libros de Dan Brown, El código Da Vinci. Reacio a comprar el libro que está de moda, pregunté a más de uno, qué era lo que lo hacía tan atractivo: “Es lo revelador de la historia”, decían, “Deja al descubierto el misterio de la descendencia de Jesus y desnuda los intereses de la iglesia católica”. Más o menos todos los comentarios iban por ese rumbo. Muchas pláticas giraban en torno a ese tema: que si sería cierto, que estaba claro en el cuadro de “La última cena”, que las pruebas eran contundentes, que Dan Brown no podía inventar todo eso, que era un grave problema para la iglesia y que todo esto venía a cambiar el rumbo de la historia, porque una de las instituciones mundiales más fuertes, había perdido su credibilidad.
Sólo olvidaron un pequeño detalle: el libro es una novela, más específicamente un thriller, uno bueno quizá, pero thriller al fin.
Aparece Vargas Llosa con “El sueño del celta”, libro que aprovecha, poniéndolo en la portada, el boom de la designación del autor como Premio Nobel de Literatura 2010. No vi la misma cantidad de gente que con el fenómeno Brown, pero fueron varios los que se hicieron del libro, aunque no escuché una sola charla al respecto.
Recién hace unos días, lanzando un tuit al aire, consultando sobre el tema, terminaron de convencerme de leerlo, aunque no me dieron mayor información al respecto.
El libro narra la historia de Roger Casement, pero no puedo cometer el mismo error que aquellos entusiastas lectores de Dan Brown, está clasificado como novela, histórica quizá (aunque así no aparece en el sitio de la editorial), pero novela al fin, lo cual hasta cierto punto es una pena, porque otorga al autor poder para inventar, desvirtuar, forzar, influir, etcétera, en el desarrollo de la trama. ¿Qué partes pasaron tal cual y qué otras son producto del afán de conmover al lector? No podemos saberlo.
Aclaro que es una pena sólo hasta cierto punto. La literatura tiene la particularidad de que es capaz de contar o explicar algo que el autor quiere transmitir, de la única (acaso la mejor) forma en que es posible.
Del argumento:
Las dos primeras partes, que van de la denuncia por parte de Casement sobre los abusos y barbaridades que se cometieron en el Congo y en Perú, podrían llevar a concluir, de forma precipitada, lo terrible que es la ambición y cómo ésta domina al ser humano.
La ambición que no respeta límites para ser saciada no es una condición del ser humano, el mismo Roger Casement no entra en el juego de adquirir riqueza con los métodos que se volvieron “normales” en la época, siendo que para su causa primaria, la liberación de Irlanda, le hubiese servido bastante, por mencionar solo un ejemplo.
Llega un momento en el que el abuso hacia otro ser humano, deja de ser un tema de ambición, habían prácticas descritas por Vargas Llosa en dónde se percibe que ya el tema pasa por un estúpido placer encontrado en el poder de denigrar a otros, por el simple gusto de hacerlo, sin que tal acción representara un aumento en la obtención de riqueza.
El ser humano no es un ser de ambición incontrolable, pero en cambio hay seres humanos que sí la poseen.
Los abusos en el Congo y en Perú, sumado al rechazo a la, no comprobada, homosexualidad del protagonista demuestra que históricamente el hombre siempre falló, y lo sigue haciendo, tanto en ignorancia como en falta de tolerancia.
La historia de los niños que Casement decide llevar a Inglaterra para cambiarles la vida, no aporta nada a la trama. Quizá es que se ha hablado y escrito tanto de lo que es “natural” para una persona y cómo el cambio, aunque sea para bien, es concebido como algo malo. Dicho punto quedaba suficientemente claro con la reticencia de las tribus a aceptar la vida moderna.
La aparición, en la primera parte, de Joseph Conrad, a parte de agradable, me deja clavada la espina de leer “El corazón de las tinieblas” nuevamente.
La tercera parte del libro, que se enfoca en el tema de la procura de la independencia de Irlanda, cae estrepitosamente en ritmo y emoción. La escena desde la cárcel que se va desarrollando a lo largo de todo el texto, es lo que la rescata. Un final fácil de anticipar y falto de emotividad, porque no llorar o no sentir miedo frente a la muerte no es heroísmo, concluyen una historia que navega por muchos temas propios de la existencia del hombre, ergo, contiene muchas circunstancias sobre las que se pueden entablar agradables discusiones:
- ¿Era correcto colonizar aquellos lugares procurando la mejora de las condiciones de vida de los locales?
- ¿Cuánto arriesga el hombre física y moralmente por la riqueza?
- ¿Cómo logra una persona estar tan convencida de que sus creencias religiosas son las correctas?
- ¿Cuánto vale una vida frente a una causa?
- Cómo el desprestigio de una persona impacta sobre la suma de sus logros.
- La angustia de la condena a muerte.
Por mencionar solo algunos.
Éste es el tercer libro de Vargas Llosa que leo, y solo la segunda novela (La ciudad y los perros fue la otra). Sigo pensando que el autor logra contar las historias de una forma muy limpia. Que su lenguaje es correcto y su descripción la suficiente, aunque en El sueño del celta se abuse de nombres de personas que poco y nada aportan a la historia, para transportar al lector al momento de lo narrado. No obstante, si bien quedan escenas completas en la mente, me sigue debiendo aquellas frases que hagan, acaso, un elegante o agradable uso de las palabras o impacten por lo fuerte o sublime de su reflexión.
Saludos