Del objetivo de leer

En la última reunión de Lectores Chapines que tuvimos, compartía con nosotros Víctor Muñoz, el autor del libro que leímos en agosto “Postdata ya no regreso”, que él consideraba que la lectura debería hacerse por el simple placer que la realización de tal acto brinda. Ya antes, ese había sido tema de conversación con algunos integrantes del grupo de lectores, donde se han dado distintas opiniones. Hablamos incluso de la literatura denominada “light”, concepto que me parece, demasiado ambiguo.

Desde entonces he estado tratando de convencerme de que se debe leer por el simple placer de hacerlo.

Luego leí un post publicado por @Elultimodepaz llamado “El dilema de leer”, donde muy a su estilo, reforzaba ese concepto. Incluso dejé un comentario donde me mostraba a favor de lo que el exponía, pero había algo que no me dejaba del todo convencido. Y es que esta bien que unos pocos, la mayoría o casi todos lean por placer, pero me parecía que no era mi motivación y desde entonces he tratado de encontrar la verdadera razón.

Lo que encontré hasta ahora es que yo no leo por el placer que brinda leer, yo leo por el placer que me brinda conocer. Simplemente tengo en demasía, la valía del conocimiento. Conocer temas, crear conceptos, tomar esto de acá y esto de mas allá. Meditar en alguna situación, quizá ponerme en el lugar del protagonista de la historia, comprender lo que el escritor quería decir o darle una interpretación totalmente distinta porque yo pude ver la narración desde otro punto de vista. Poner a trabajar el cerebro y no dejar que me sean dichas como son las cosas, sino alimentar la bodega del conocimiento, para procesarla por mi cuenta, a mi ritmo y llegar a mis propias conclusiones.

Alguno podría pensar que entonces mi intención es leer textos de carácter técnico o de puro concepto, pero no, esos la mayoría de veces están procesados y dictan sus conceptos como verdades absolutas, por lo que no me gustan, mas que cuando sea una necesidad en pro del profesionalismo laboral.

Claro está que un libro bien hecho, bien contado, con personajes interesantes y memorables, con paisajes particulares que inviten a desarrollar la imaginación, párrafos armoniosos plausibles para el oído, textos que trastoquen los sentimientos por hermosos o crudos, etcétera. Brinda una mejor forma de navegar por las aguas del saber y sin duda alguna, es parte de lo que disfruto, pero lo que me deja y la esencia encontrada entre sus líneas es lo que valoro más. Esa es mi verdadera motivación.

Puedo leer a Allende, aunque algunos la consideren literatura “light” porque me hace conocer lugares donde no he estado y ver comportamientos de sus personajes en particulares circunstancias y eso me permite pensar. Muy por el contrario, detesto libros que me digan “tu puedes”, “querer es poder”, “eres un rinoceronte”, claro que respetaré a quien necesite ese tipo de motivación, pero no puedo estar a favor de esos temas y mucho menos recomendarlos, pensando que por lo menos, se esta leyendo.

Me gusta el conocimiento y los libros son, aunque cualquiera esta en todo su derecho de disentir, la mejor fuente para adquirirlo.

Saludos